miércoles, 25 de diciembre de 2013

Qué significa la acupuntura para mí

La acupuntura es algo que me llamaba la atención desde hacía años. A los 11 comencé a interesarme por el chino, de ahí al japonés y a las culturas orientales en general. Eso incluye no solo sus idiomas -que eran, sin duda, lo que más me llamaba la atención-, sino también sus terapias, puesto que mi interés en la sanidad podría decirse que ha sido una constante (o al menos casi siempre) en mi vida.

Junto con la acupuntura, me interesé en otras terapias naturales o por lo menos de enfoque holístico, como son la reflexoterapia, la auriculoterapia y el masaje como medio de curación. Tal es así en el último de los casos que escogí como segunda opción de carrera Fisioterapia, y que aún hoy continúo aprendiendo lo que puedo sobre masaje, en el limitado tiempo libre que una carrera tan exigente como Medicina me deja.

Al principio me mostré bastante creyente en la eficacia de tales terapias. Busqué apuntes, artículos y libros, creyendo poder encontrar en ellos pruebas de la misma. Con el tiempo, fui entrando más y más en el mundo de la ciencia, conociendo el método científico, ese que pese a sus limitaciones nos ha permitido dar un salto enorme desde que comenzamos a ser capaces de crear fuego a partir del rozamiento de dos piedras. Y esto me abrió la mente. Yo quería creer, quería creer que la acupuntura, al igual que la reflexoterapia (pues fueron estas dos las que más captaron mi atención de entre las terapias varias sobre las que leí), tenía fundamento y funcionaba; pero para ello, necesitaba pruebas. Porque aunque es cierto que la experiencia es fuente de conocimiento, esta es excesivamente dependiente de la subjetividad y de nuestros deseos, y muchas veces vemos lo que queremos ver, y no lo que de verdad es.

Y no es culpa de nosotros, en realidad. Nuestro cerebro está estructurado de forma que podamos sobrevivir, y el recordar y establecer relaciones causales entre los hechos que vivimos nos ha permitido llegar a día de hoy, en vez de extinguirnos. Pero ahora que tenemos estos conocimientos no podemos seguir basándonos únicamente en la experiencia propia, en los "a mí me funciona". Necesitamos más, porque la salud es un tema muy serio y muy importante, y no se puede jugar con ella simplemente porque uno crea que algo es lo mejor. Llega un momento en que uno debe estar seguro de que lo que le está recomendando a su paciente es adecuado, y ahí es donde entra el método científico: yo anoto mi experiencia, cómo fue que la obtuve y cómo creo que podría explicarse, y la comparto con más gente interesada en el tema. Esas otras personas pueden volver a repetir lo que yo, o idear experimentos mejores, y anotar sus conclusiones. A partir de la experiencia de mucha gente, uno puede estar seguro -dentro de un intervalo de probabilidades- de que lo que le está diciendo a su paciente es cierto, o por lo menos de que hay pruebas de que lo es (es el gran problema del método científico: nunca se puede estar seguro de nada, porque el conocimiento es cambiante; a la vez, es su mejor baza, puesto que no hay dogmas, solo teorías con mayor o menor fundamento, lo que permite evolucionar).

Ahí es donde entré en conflicto con estas terapias. Para la acupuntura pude encontrar algunas bases fisiológicas, pero para la reflexoterapia no. Por más que buscara, si me encontraba con artículos científicos,  estos estaban publicados en revistas de dudosa rigurosidad (sé bien que el sistema de revistas y factores de impacto no es perfecto, pero hay revistas que huelen a pseudociencia a kilómetros de distancia), o bien llegaban a conclusiones desmedidas para los resultados obtenidos tras unos métodos en múltiples ocasiones cuestionables.

Pero la acupuntura, pese a que parece tener ciertas bases a nivel fisiológico, tampoco puede ser aceptada como ciencia. Vale que parezca actuar sobre la puerta del dolor en el asta dorsal de la médula, pero de ahí a decir que hay una "energía" que fluye por unos canales inexistentes físicamente y que cuando esa energía circula mal o se para viene la enfermedad, hay un trecho, pero un trecho bien gordo. Por eso no puedo creer en la acupuntura, porque tal y como está enfocada es una pseudociencia.

Aún así, cuando llegué a 3º de Medicina, escogí la asignatura optativa de Acupuntura, porque quiera que no, me sigue interesando y sigo teniendo la esperanza de poder aplicar la parte científica, obviando aquella que no tiene fundamento.

El resultado ha sido que he entrado más en detalle en su estudio, tanto la parte científicamente contrastable como la que no lo es. Me ha gustado, me he interesado mucho y me han llamado muchísimo la atención las relaciones que la MTC establece entre los distintos órganos, y cómo la acupuntura trata de arreglar los desequilibrios del cuerpo que nos provocan enfermedad. He descubierto algunas cosas que desconocía sobre su actuación a nivel fisiológico, y mi interés por la misma ha aumentado con respecto a antes de escoger la asignatura. Pero sigo sin encontrar unos fundamentos totalmente contrastables de que verdaderamente pinchando en ciertos sitios -y no otros-, según el color de la cara del paciente o el estado de su lengua o si tiene frío o calor, se pueden tratar diversas enfermedades. El dolor parece que sí (insisto en el parece), pero ¿qué hay del resto? No se puede aceptar como científica una terapia que de ciencia solo tiene un 5%, y por ello no puedo apoyarla ni en hospitales de manera generalizada ni como estudios obligatorios (optativos es distinto) en ninguna carrera. Además, ya hay técnicas (como la electroterapia) que hacen uso de eso que forman parte de la Fisioterapia, con lo que en realidad ese 5% ya está incorporado a la "medicina científica" (si es que existe otra medicina, en el sentido estricto de la palabra).

Me gustaría pensar que hay más de ciencia en la acupuntura, pero sencillamente no puedo hacer un acto de fé. Necesito pruebas, porque son vidas lo que hay en juego en mi futura profesión. Así pues, seguiré leyendo e interesándome, y este curso me ha servido como un empujón, pero no apoyaré su difusión ni su uso en los hospitales hasta que hayan pruebas de ello.

Espero que este blog te haya gustado, lector, pues esta es la última entrada. Hemos hecho un repaso de los conceptos más sencillos pero a la vez clave para comprender en qué consiste la medicina tradicional china, especialmente en lo referido a la acupuntura. Ha sido un placer escribir estas líneas -aunque haya tenido momentos de agobio, por lo duro del 3er año de la carrera-, y espero que saques tus propias conclusiones, estén de acuerdo con las mías o no. Porque se trata de investigar por ti mismo, tener la mente abierta a más posibilidades, de ver todas las cartas y decidir sin descartar una parte de la baraja de primeras. Y esa decisión final (o transitoria, quién sabe) ya es personal de cada uno.

Lo importante, es tener curiosidad y tratar de vaciar la taza para llenarla de nuevo. Tú decides si te quedas con el té rojo que acabas de probar, o con el verde que tanto te gustaba; al fin y al cabo, es cuestión de experimentar.

Hormonas y enzimas, ¿catalizadores energéticos?

Hace unos días fuí de visita a mi antiguo instituto, en San Fernando, junto con mi buen amigo (más bien hermano) Alberto, tal y como hacemos durante un día al año desde que comenzamos nuestras respectivas carreras. Hablamos con los profesores, recordamos -con cierta nostalgia en ocasiones- las instalaciones y vemos cómo a pesar de la crisis siguen esforzándose duramente por dar una buena preparación y, en especial, por hacer que el instituto no solo sea ese aburrido sitio al que uno va a que le suelten un sermón que luego tiene que escupir en clase, sino un lugar donde también hay espacio para el divertimento, organizando talleres y actividades varias.

Uno de los profesores que nos marcó más a ambos fue F. F., que nos dió matemáticas en 2º de Bachillerato. Tal profesor originalmente era físico pero posteriormente estudió matemáticas, y una de sus características es que se lo cuestiona todo, es muy escéptico, en el sentido estricto de la palabra.

Así pues, cuando nos encontramos con él solemos mantener largas charlas sobre temas de ciencias y de actualidad, y resultó que su mujer estaba aprendiendo algunas cosas sobre acupuntura. A raíz de eso, y de que hablamos sobre el tema de la inminente legislación de la homeopatía, salió el tema de las posibles bases científicas de la acupuntura.

Le comenté algunas de las cosas que habíamos hablado en clase y, en especial, aquellas cosas que encontramos mi grupo y yo cuando hicimos el trabajo de búsqueda de información, como las interacciones con receptores opióides y la teoría de la puerta. Y F.F. me sugirió una curiosa explicación: que hubiera una base no química, sino física.

Tradicionalmente, la medicina occidental estudia y trata el cuerpo humano desde el punto de vista químico casi estrictamente: esto pasa así porque tal enzima provoca tal reacción (bio)química. Pero, ¿y si la física jugara un papel más importante del que nosotros creemos? ¿Y si verdaderamente el Qi fuera una "corriente" de energía que, tal y como proponía F.F., fuese catalizada por hormonas y enzimas?

No he podido encontrar información suficiente en Internet al respecto, pero según nos comentó, es posible que así sea. De tal modo que, la presencia, ausencia o disfunción de ciertas enzimas, pudiera provocar desequilibrios en la distribución de la energía catalizada que afectara a los sistemas funcionales de otros órganos, del modo en que el atasco del Qi provoca la disfunción orgánica.

Si esto fuese así, se nos plantea una duda bastante inquietante: ¿cómo podían los antiguos y milenarios habitantes de la actual China saber eso? Evidentemente no habían medios para medir la energía -ni tan si quiera actualmente podemos medir el Qi-. ¿Cómo es posible? El profesor en cuestión propuso una idea cuya probabilidad, como él bien reconocía, es más bien remota: tal vez, si no estamos solos en el universo, esos conocimientos fueran dejados por otros. Yo en lo personal me inclino más a pensar que fue, como se suele decir sobre la MTC, fruto de la observación rigurosa de los fenómenos naturales, es decir, de lo que acontece a nuestro organismo. Ya se sabe lo paciente y perseverante que es en general el pueblo asiático. No les quitemos mérito.

Un auge que no viene acompañado de normativa

Buscando información sobre el estado de la acupuntura en España, encontré un interesante artículo de 20minutos que hablaba precisamente sobre ello. En él se destacan varias de sus bondades y se habla entre otras cosas sobre que existen 3000 médicos acupuntores, varias organizaciones tanto nacionales como internacionales que apoyan la acupuntura y un gran crecimiento del número de pacientes -especialmente con problemas crónicos- que deciden someterse a esta terapia.

Más adelante, yendo de enlace en enlace, dí con un artículo de una página sobre escepticismo -que ya conocía y que recomiendo fervientemente- en el que se mencionaba un caso concreto, el de la judoka olímpica canadiense Kim Ribble-Orr, que tras someterse a acupuntura sufrió un colapso pulmonar como resultado de una mala praxis por parte del terapeuta que acabó con su carrera. Más adelante habla también sobre casos de gente que ha sufrido problemas graves o incluso muerto (muy famoso el caso de Steve Jobs, que quizás podría haberse recuperado de haberse sometido al tratamiento adecuado desde el principio) debido a la creencia en pseudociencias, pero realmente no es de lo que quiero hablar aquí.

La relación entre los dos artículos es la siguiente: la acupuntura evidentemente está en auge. Está en boca de muchos y en la mente de otros tantos, planteándosela como una posibilidad. Se habla bastante de sus bondades y, siendo sinceros, a los occidentales en especial nos llama mucho lo exótico, y si es chino aún más. El problema es que este aumento de su importancia no se ve acompañado de una legislación que nos permita disfrutar más de sus bondades que de sus riesgos.

En el artículo de 20minutos se comenta que existen 3000 médicos acupunturos según datos de la Asociación Colegial de Médicos Acupuntores del Colegio de Médicos de Madrid, la mayoría con títulos extranjeros (de China) y otros tantos con títulos de acupuntor cuya procedencia u organismo otorgador no especifican. Y ahí no se contabilizan los acupuntores que no son médicos, que también hay bastantes -no he podido desgraciadamente encontrar cifras en Internet, pero no es infrecuente ver anuncios de cursos de acupuntura, entre otras terapias, en farolas-.

La cuestión es, ¿tener el título de médico es suficiente, aunque las titulaciones de acupuntura no estén reguladas y, por tanto, puedan proporcionar una formación mediocre e ineficaz que pueda resultar en una futura mala praxis por parte del profesional? Y lo que es más, ¿qué pasa con aquellos que no son médicos, pero practican la acupuntura porque hicieron "un cursillo de unas cuantas semanas"?

Es cierto que cada vez la acupuntura se demanda más, y eso puede hacer -y de hecho, lo hace- que un gran número de estafadores vean en ella una oportunidad, pues por unos cuantos euros y en unas pocas de horas pueden abrir una "clínica" propia y, título de acupuntor por la Universidad Mágico-energética de Alpedrete en mano, insertar agujas a distro y siniestro para "ayudar" al cliente.

Por eso, sería lógico que existiera una normativa bien fundamentada que regulara tanto quién expede los cursos como cuál es el contenido de los mismos, además de los requerimientos para poder apuntarse y obtener el título de acupuntor. Sin embargo, esto no es así en la mayor parte de los casos, lo que deja un agujero legal muy peligroso para todo aquél que desee probar esta terapia.

Algo importante a definir entre los requisitos, a mi modo de ver, es tener una carrera sanitaria, en concreto Medicina o Fisioterapia. El por qué no incluyo Enfermería no es más que porque su estudio sobre las estructuras anatómicas, especialmente musculares, no es demasiado completo -al menos no lo suficiente para cumplir con la labor de acupuntor-, además de que aunque como es de esperar saben mucho sobre las enfermedades, realmente están más centrados en los cuidados del paciente para lograr su recuperación, más que en la instauración de una terapia como tal -sí, ya sé que en sí mismo es una terapia, pero por favor querido lector, trata de no darle demasiadas vueltas al asunto porque ambos nos entendemos-.

Los fisioterapeutas y los médicos, por su parte, tienen un conocimiento más profundo del cuerpo humano, y en concreto los fisioterapeutas manejan como nadie las terapias corporales, especialmente en el ámbito neuromuscular, que es donde la acupuntura juega el que es su papel actualmente más interesante.

Así pues, mínimo deberían tener una titulación de cualquiera de las dos carreras sanitarias anteriormente descritas. Pero un buen médico o un buen fisioterapeuta no tiene por qué ser un buen acupuntor, requiere una formación rigurosa y adecuada, y es por ello que debería también legislarse una titulación de acupuntor.

Así que así es como están las cosas actualmente. Con la acupuntura en España como una posible atracción para estafadores, en perjuicio de los potenciales pacientes. Esperemos que de aquí a unos años el gobierno deje de preocuparse porque salgamos a la calle a ejercer nuestro derecho a quejarnos y regule no solo la acupuntura, sino otras terapias alternativas. Y que lo haga bien, porque ya estamos viendo lo que quiere hacer con la homeopatía.

martes, 24 de diciembre de 2013

Órganos y vísceras II

Continuamos con la entrada sobre órganos y vísceras. Esta vez trataré las relaciones existentes entre los distintos órganos.

Al igual que los 5 elementos, los distintos órganos correspondientes a cada elemento se pueden colocar formando un circulo, relacionándose entre sí, lo que queda resumido a grosso modo en la siguiente lista:
  1. El sangre del hígado nutre al corazón
  2. El fuego del corazón calienta al bazo
  3. El bazo nutre al pulmón
  4. El pulmón ayuda al agua del riñón
  5. El riñón ayuda a nutrir la sangre del hígado
Y así, se cierra el círculo y vuelve a comenzar.

Resulta curioso que el riñón es conocido como el órgano del agua y fuego, porque presenta un aspecto yin y otro yang, de ahí su función fundamental para la vida.

El yin y el yang no van por separado, todo tiene un lado yin y otro yang
Existen además una serie de órganos anexos con funciones similares a los órganos, pero con forma de víscera, como son el cerebro, la médula, los vasos sanguíneos y el útero. Curiosamente el útero a veces cumple funciones de órgano -pues dentro de él se aloja el feto durante el embarazo- y otras de víscera -menstruación-.

No hay que olvidar nunca que todos los zang y todos los fu tienen su lado yin y su lado yang, puesto que pese a que el zangfu es en sí materia, lo cual es yin, posee además una función, lo cual es yang.

Referencias:
  1. Medicina Alternativa: Segunda parte de las aplicaciones de la teoría de los cinco elementos. Enlace: http://medicinalternativa.es/segunda-parte-aplicaciones-teoria-cinco-elementos/

Órganos y vísceras I

En la Medicina Tradicional China y así en la acupuntura, las palabras órgano (zang) y víscera (fu) tienen un significado distinto. Primero, hay que decir que para ellos el órgano no es algo puramente anatómico, sino que es más que el órgano en sí, es su funcionamiento, sus relaciones, sus efectos y sus canales y puntos. Por lo tanto es importante durante la lectura de esta entrada desligarnos de nuestros conocimientos de la anatomía occidental, morfológica, y vaciar nuestras mentes para llenarlas con conocimientos nuevos. Segundo, he de comentar que usaré la denominación en chino (zangfu) para que no hayan errores al decir "órgano" y que pueda pensarse que quiero decir solo "víscera".

Los zangfu se relacionan con los 5 elementos. Así pues, están sometidos a las mismas reglas que estos, presentando interdominancia e intergeneración, determinando así el correcto funcionamiento del organismo al relacionarse todos los órganos con todos de un modo u otro y en la medida adecuada.

Puede decirse que los órganos (zang) son los órganos macizos, como el hígado, el bazo o el riñón, mientras que las vísceras (fu) son los órganos huecos, como la vesícula biliar, el estómago o la vejiga. Así pues, los órganos son yin, mientras que las vísceras son yang.


Como órganos encontramos:
  • Hígado: le corresponde la madera. Genera al corazón y controla al bazo. Almacena la sangre para fortalecer al corazón. Su debilidad puede afectar al corazón, por lo tanto.
  • Corazón: le corresponde el fuego. Genera al bazo y controla al pulmón. Su yang calienta el bazo, y si no lo hace bien eso repercute sobre el mismo.
  • Bazo: le corresponde la tierra. Genera al pulmón y controla a la tierra. El Qi del bazo puede distribuir la esencia.
  • Pulmón: le corresponde el metal. Genera al riñón y controla al hígado. Al limpiar y descender el Qi del pulmón, puede ayudar a la circulación del agua del riñón.
  • Riñón: le corresponde el agua. Genera al hígado y controla al corazón. Almacena la esencia para nutrir la sangre del hígado, y su agua puede inhibir el exceso de fuego del corazón.
Como vísceras encontramos:
  • Vesícula biliar: le corresponde la madera.
  • Intestino delgado: le corresponde el fuego.
  • Estómago: le corresponde la tierra.
  • Intestino grueso: le corresponde el metal.
  • Vejiga: el corresponde el agua.
Referencias:
  1. Medicina Alternativa: Segunda parte de las aplicaciones de la teoría de los cinco elementos. Enlace: http://medicinalternativa.es/segunda-parte-aplicaciones-teoria-cinco-elementos/