miércoles, 25 de diciembre de 2013

Hormonas y enzimas, ¿catalizadores energéticos?

Hace unos días fuí de visita a mi antiguo instituto, en San Fernando, junto con mi buen amigo (más bien hermano) Alberto, tal y como hacemos durante un día al año desde que comenzamos nuestras respectivas carreras. Hablamos con los profesores, recordamos -con cierta nostalgia en ocasiones- las instalaciones y vemos cómo a pesar de la crisis siguen esforzándose duramente por dar una buena preparación y, en especial, por hacer que el instituto no solo sea ese aburrido sitio al que uno va a que le suelten un sermón que luego tiene que escupir en clase, sino un lugar donde también hay espacio para el divertimento, organizando talleres y actividades varias.

Uno de los profesores que nos marcó más a ambos fue F. F., que nos dió matemáticas en 2º de Bachillerato. Tal profesor originalmente era físico pero posteriormente estudió matemáticas, y una de sus características es que se lo cuestiona todo, es muy escéptico, en el sentido estricto de la palabra.

Así pues, cuando nos encontramos con él solemos mantener largas charlas sobre temas de ciencias y de actualidad, y resultó que su mujer estaba aprendiendo algunas cosas sobre acupuntura. A raíz de eso, y de que hablamos sobre el tema de la inminente legislación de la homeopatía, salió el tema de las posibles bases científicas de la acupuntura.

Le comenté algunas de las cosas que habíamos hablado en clase y, en especial, aquellas cosas que encontramos mi grupo y yo cuando hicimos el trabajo de búsqueda de información, como las interacciones con receptores opióides y la teoría de la puerta. Y F.F. me sugirió una curiosa explicación: que hubiera una base no química, sino física.

Tradicionalmente, la medicina occidental estudia y trata el cuerpo humano desde el punto de vista químico casi estrictamente: esto pasa así porque tal enzima provoca tal reacción (bio)química. Pero, ¿y si la física jugara un papel más importante del que nosotros creemos? ¿Y si verdaderamente el Qi fuera una "corriente" de energía que, tal y como proponía F.F., fuese catalizada por hormonas y enzimas?

No he podido encontrar información suficiente en Internet al respecto, pero según nos comentó, es posible que así sea. De tal modo que, la presencia, ausencia o disfunción de ciertas enzimas, pudiera provocar desequilibrios en la distribución de la energía catalizada que afectara a los sistemas funcionales de otros órganos, del modo en que el atasco del Qi provoca la disfunción orgánica.

Si esto fuese así, se nos plantea una duda bastante inquietante: ¿cómo podían los antiguos y milenarios habitantes de la actual China saber eso? Evidentemente no habían medios para medir la energía -ni tan si quiera actualmente podemos medir el Qi-. ¿Cómo es posible? El profesor en cuestión propuso una idea cuya probabilidad, como él bien reconocía, es más bien remota: tal vez, si no estamos solos en el universo, esos conocimientos fueran dejados por otros. Yo en lo personal me inclino más a pensar que fue, como se suele decir sobre la MTC, fruto de la observación rigurosa de los fenómenos naturales, es decir, de lo que acontece a nuestro organismo. Ya se sabe lo paciente y perseverante que es en general el pueblo asiático. No les quitemos mérito.

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